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¿ Dónde está el efecto WOW en New York?

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Este agosto he estado de vacaciones en New York para complacer los deseos de mi adolescente preferida.  Decidí ceder a un agosto en NY siempre que estuviéramos días y viviéramos NY no sólo cómo turistas sino ahondando en la ciudad y su gente. Viviendo, en lo posible, cómo un neoyorquino. 

Hacía años que no volvía a la ciudad que nunca duerme y he de deciros que ha sido muy revelador. Cómo la rana que se pone en la cazuela de agua que se va calentando, no son conscientes de su devenir. Aún no les han dicho que ya no son la referencia mundial.

No quiero con ello dar una imagen de un NY triste y pobre, porque no es cierto, pero el efecto WOW también se lo han quedado los chinos. La vida transcurre en NY con la misma intensidad, contraste, ruido, suciedad y mezcla… pero ya nada sorprende. Sus calles respiran lo que fueron, pero ya no son.

Y todo ello me lleva pensar si la decadencia americana sí, es una realidad. Hacer una extrapolación sólo desde NY, de un país tan grande y diverso, es algo atrevido por mi parte, pero me ha constatado ciertas reflexiones.

Desde Europa nos sorprendió que ganara Trump sobre todo por sus formas y su discurso que rompe con todo lo que es el savoir faire europeo, pero… ¿era necesario? Empiezo a pensar que sí. Un americano no sabría nunca recibir un mensaje de alerta cómo: “Señores vienen tiempos de decadencia. Estamos perdiendo nuestro liderazgo. Nuestra deuda es inmensa y nuestra dependencia exterior es mucho mayor de lo que nunca os habíamos dicho”. Era más fácil para un americano buscar un enemigo y gritar al unísono: ¡!America first!!

Pero la realidad se impone. La deuda americana ya es mayor que la suma total del PIB de Alemania, Reino Unido, India, Japón y China. Nada más y nada menos que 37 billones de dólares, el 123% de su PIB. Y la obsesión de Trump sigue siendo el déficit comercial. Una obsesión que le llevó a utilizar su puesta en escena más chulesca con el “Liberation day” y la guerra de los aranceles. Pero poco a poco ha ido mostrando la debilidad de EE. UU por soportar este enfrentamiento comercial, especialmente con China. Cómo dice Adam Posem: “El schock de suministro que enfrenta EE. UU debido a los aranceles más altos es más difícil de absorber que el schock de demanda sobre China “.

La sociedad estadounidense es una sociedad de consumo no de ahorro, y ello hace que sientan inmediatamente la escasez de suministros. Y a diferencia de China, no controlan la opinión pública.  Esto le hizo ir cambiando el tono a Trump, pues vio que su política de aranceles afectaba al mercado de valores, el mercado de bonos, a la industria minorista y a los consumidores. Y enseñó “la patita” a los chinos, que detectaron su debilidad y su total dependencia de las tierras raras y los chips, suministros que están casi completamente en manos de Beijing. Cuando en abril China detuvo las exportaciones, quedó patente la incapacidad de EE. UU de fabricar automóviles, aviones y otros productos. Las tierras raras son el primer punto estratégico de estrangulamiento de China en la historia de las relaciones entre Estados Unidos y China. Y la respuesta de Trump fue paralizar los visados para los estudiantes chinos. Muestra de flaqueza. 

China lleva tiempo avanzándose. Desde 2018 redujo la dependencia de la cadena de suministros de EE. UU diversificado en otros mercados. Y hoy es la máxima productora de energía a menor coste, generando más electricidad que Estados Unidos, la UE e India juntos.   Además, lo hace a un coste medio de 4,2 centavos por kilovatio-hora, mientras que en los EE. UU., los precios más bajos rondan los 8,42 centavos y en California son más de cinco veces más altos que los de Guangdong.

Una situación que sólo lleva a Trump a entenderse con China y ya en este segundo mandato no cuestiona ni la ideología ni legitimidad del partido comunista chino. También a moderado su discurso con Taiwán.

Trump ahora es aquel “businessman” necesario para una economía con pies de fango y con un enemigo necesario con el que hacer negocios.

EE. UU es una economía que tiene que renovar 9,2 billones de deuda este 2025 y los meses de agosto y septiembre serán los más críticos dado que el gobierno tendrá que incumplir sus obligaciones sin la acción del Congreso. Más del 59% de esta deuda está en manos extranjeras (principalmente Japón y China). Y para ello no hay una solución milagro, sino la necesidad de la reducción de déficit público, una bajada de los tipos de interés (y por ahora Powell no lo está llevando a término) y la monetización de la deuda (compras de Treasuries por parte de la Reserva Federal) hecho que seguiría penalizando la cotización del dólar.

Hay quien habla de que Trump se sacará un as de la manga revalorizando el oro que tiene la Reserva Federal, dando liquidez al mercado, reduciendo deuda y comprando bitcoins. Algo riesgoso, pero sólo Trump sería capaz.

Y sí, todo esto se respira en las calles de New York. Siguen haciendo la misma vida, pero sin el mismo brillo, ni el efecto WOW.

 

Anna Olsina.

Directora Diaphanum S.V


 
 
 

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