Líderes del futuro
- by Anna Olsina, experta en banca y finanzas

- 20 ene 2021
- 3 Min. de lectura

En un momento de fisura de paradigma global, de necesidad de nuevos líderes y de incertidumbre ante cambios de vértigo, me permito reflexionar sobre los líderes del hoy y del mañana. Qué tenemos y qué merecemos. Qué tenemos y qué necesitamos.
Coinciden en el tiempo la salida de Trump de la Casa Blanca y del adiós a 15 años de Angela Merkel. Líderes antagonistas de lo que llamamos el mundo libre. Algunos incluso hablarían “del bueno y el malo”. Aunque yo creo que no podemos ser tan reductivos ya que nuestro mundo y nuestras sociedades son mucho más complejas.
A Donald Trump lo votaron en las últimas elecciones más de 74 millones de personas frente a los 15,3 millones de votos de Angela Merkel en 2017. Está claro que hablamos de poblaciones en masa no comparables, pero en términos absolutos, el dato no es despreciable para la canciller.
¿Erró la gente en la elección de Trump? ¿Acertaron los alemanes en elegir a Merkel?
La democracia no es un juego y consiste un peligro hablar en estos términos, ya que induciría a concluir que no todo el mundo está preparado para ejercer el derecho a voto. Soy defensora de la democracia como el sistema más justo de gobierno, con sus fallos, riesgos y resultados. No es mi objetivo debatir sobre el sufragio universal.
Pero estamos en un mundo nuevo, un mundo en que las tecnologías pueden manipular de formas muy sofisticadas a los ciudadanos y quienes regentan los medios y las redes, regentan el poder. Esto ha desembocado en la instauración del populismo, como ya ha sucedido en otras épocas históricas pero esta vez con un alcance mayor. ¿Este populismo ha matado al estado de derecho? ¿Cómo evitar estas manipulaciones?
Muchas preguntas a las que no tengo seguro una respuesta cierta pero sí algunas reflexiones. Vivimos en pleno siglo XXI, pero seguimos teniendo sistemas arcaicos, lentos y burocráticos que son todo el contrario a la era digital. Sin mejoras en las cotas de corrupción en los gobiernos, la ciudadanía se aleja cada vez más de la política, a quien no ven poder real de solucionar eficazmente. Por el contrario, ganan terreno las grandes corporaciones y la pérdida de privacidad a la que nos someten, nos aterra a muchas. Si ya arrastrábamos ineficiencias de sistema y una pérdida de renta per cápita desde la pasada crisis económica, la pandemia ha vuelto a truncar con nuestras expectativas de crecimiento. Las diferencias entre clases son cada vez mayores y más insalvables, incluso en ese hemisferio agraciado.
Todo ello ha comportado el crecimiento de populismos irracionales y violentos que llevan a la anarquía y a la rotura del estado de derecho y, en el caso de Europa, ha puesto en peligro hasta nuestro estado de bienestar. Un grave riesgo que puede comportar la instauración de gobiernos autoritarios y no democráticos. Lo vemos en todo el mundo: el alza de movimientos populistas que cuestionan el estado de derecho, la ciencia y las normas que como mundo civilizado nos impusimos entre todos hace años.
En estas circunstancias tan penosas que enumero, líderes como Ángela Merkel son clave. Líderes con valores, que trabajan por la colaboración y no sólo la competición. Con sentido de estado y del bien común. Puede argüirse que sus orígenes en la cristiano-democracia fundamentan sus actos pero para mi es la visión humanista a pesar de todo el contexto la que hacen de ella una líder en la que reflejarse. Pero no bastan solo buenas intenciones, hace falta carácter, carisma, constancia, mucho trabajo y esfuerzos en la conciliación de opiniones diversas. Merkel es una trabajadora innata.
Pero para que los líderes del futuro puedan ejercer se necesita seguir mejorando también en otros aspectos:
Necesitamos sistemas ágiles y dinámicos adaptados a los nuevos tiempos.
Garantías a la privacidad sin detrimento a la seguridad.
Poner el foco desde la política en los valores que deben guiarnos: individuo, país y globalidad mundial.
Aportación de valor real del poder público a la iniciativa privada.
Si no lo conseguimos veremos nuestro modelo amenazado por un modelo diferente. La cultura oriental, y en especial la China, puede imponer sus valores y estamos hablando del valor de imponer la armonía global por encima de la libertad individual, con sistemas autoritarios y no democráticos.
Es nuestra elección: actuar o dejar que actúen.







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