El futuro de la empresa familiar ante este nuevo escenario mundial
- by Anna Olsina, experta en banca y finanzas

- 3 ago 2020
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 30 sept 2020

Las empresas familiares desempeñan un papel crucial en la economía, pero ¿lo harán mañana? ¿Cómo reaccionarán ante tendencias globales cómo la mayor rotación de control económico en la historia? ¿O ante la creciente desigualdad de ingresos y degradación ambiental? ¿Van a ser capaces de adaptarse a los avances tecnológicos exponenciales y ciclos de vida de productos más cortos y la definición cambiante de la familia nuclear?
A lo largo de gran parte de la historia, el negocio familiar fue un término redundante. Toda la actividad comercial se realizaba a través de familias. Hoy, a pesar del cambio masivo en el mercado global, las familias continúan jugando un papel importante en la economía. Sólo en España, las principales cifras sin incluir autónomos lo evidencian. Según datos del Instituto de Empresa Familiar, el 88,8% de empresas españolas son familiares, aportando el 57,1% del PIB y generando el 66,7% de empleo.
Es cierto que hablar de empresas familiares comporta muchos tipos de empresas con claras diferencias: el agricultor de subsistencia rural en Perú versus las marcas más grandes del mundo como Walmart o BMW. Las empresas familiares vienen en todas las formas y tamaños. Pero lo que sí es cierto es que, al igual que en este país, son motores económicos clave en todo el mundo.
Son la primera y principal fuente de financiación de nuevos negocios, contribuyendo a las economías de sus países al proporcionar empleos. Las empresas familiares emplean al 70% de la fuerza laboral privada en Argentina, al 57% en Alemania y el 67% en España. En India, las empresas familiares emplean al 79% del sector privado. Eso es más de 129 millones de empleos. ¡Hay más personas empleadas por empresas familiares en la India que personas que viven en México!
Fortalezas y debilidades de las empresas familiares
En la forma de ser de las empresas familiares hay características importantísimas que las han ayudado a lo largo de la historia. Tienden a utilizar una perspectiva a largo plazo y no en recompensas a corto plazo; tienden a ofrecer más seguridad y se ha demostrado que son menos propensas a despedir empleados en tiempos difíciles. Tienen en cuenta relaciones y valores que les aportan una gran fortaleza.
Pero a la vez, estas virtudes pueden esconder obstáculos en sí mismas, ya que en tiempos de cambio pueden ser contraproducentes. Las tendencias conservadoras y los compromisos de las familias con el pasado amenazan con limitar su capacidad de adaptación. Los rápidos avances tecnológicos están acortando los ciclos de vida de los productos, desafiando los planes a largo plazo. La estabilidad laboral no tiene el atractivo que una vez tuvo: la fuerza laboral actual es móvil y no necesariamente busca enraizarse. Las empresas familiares se enfrentan a cambios globales drásticos como la degradación ambiental, la creciente desigualdad económica y la volatilidad geopolítica.
Hacia una actitud emprendedora
El futuro no está tan claro y dependerá de su adaptación a los cambios globales que estamos viviendo. A la concentración de capitales, la transformación digital, los cambios de consumo, la diversificación de la oferta -con productos provenientes de economías pujantes-, la adaptación a una economía más sostenible con toda su regulación, y a formas de liderazgo en transformación, ha venido a sumarse la crisis provocada por el COVID-19. Se hace preciso una rapidez de reacción y una transformación organizacional que hay que asumir ya o se perderá un tiempo valioso que otros aprovecharán.
Partiendo de los “tres hábitos connaturales” que destaca Carlos Arbesú, Profesor del Instituto de Empresas y Humanismo de la Universidad de Navarra, en su artículo “La empresa familiar en tiempos del covid-19. Legado y futuro” EMPRENEDURÍA, PRESERVACIÓN y el hábito de COMPARTIR con la sociedad, a la empresa familiar le queda trabajo por hacer pero parte de una base sólida que la posiciona muy bien en la línea de salida.
Para seguir liderando el camino, las empresas familiares deben preparar una próxima generación de agentes de cambio. Tienen que considerar que están transfiriendo algo más que un negocio. Las empresas van y vienen y las industrias tienen ciclos de vida que terminan en la muerte. Para que las familias vivan, necesitan pasar de pensar en mantener la entidad comercial a construir familias emprendedoras.
Este concepto significa que las familias deben llevar el emprendimiento más allá de los límites de un negocio original, hacia un mundo de nuevas oportunidades. Significa que están comprometidas con la longevidad de la familia, no solo con el negocio, y por ello cultivan el espíritu emprendedor en la próxima generación. Transmiten valores y un sentido de responsabilidad en sus sucesores, y usan los recursos familiares como un vehículo para engendrar nuevas organizaciones y la innovación para abordar las enfermedades sociales a nivel de base.
Según un interesante artículo de Llorente y Cuenca que comparto al 100%, “las empresas familiares pueden ser una voz para el capitalismo humanista, consciente o cualquier evolución del concepto del capitalismo que sea capaz de implementar ese reclamado cambio de paradigma que surge desde el mismo corazón del sistema empresarial (…) Las nuevas empresas, las startups, se han ganado un puesto en el imaginario colectivo a base de épica de emprendedores. Pero las empresas familiares también tienen mucho que decir en esta conversación. ¿Quién mejor que las empresas familiares para transmitir la épica emprendedora?”.







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