¿Estructurar el modelo económico? Tres preguntas y tres posibles respuestas.
- by Anna Olsina, experta en banca y finanzas

- 30 sept 2020
- 4 Min. de lectura

El desplome global de la economía cómo consecuencia de la pandemia es una realidad que objetivan todos los datos que podemos consultar. Y a cuál peor.
Con datos actualizados a junio-2020, España e Italia lideran las previsiones del FMI con desalentadoras caídas del -12,8% del PIB. Países vecinos cómo Francia estarían en el -12,5%, Portugal -11,3% ( datos OCDE ) y Andorra -11,4% ( datos Fitch Rating ). Es el mayor retroceso de la historia desde que se tienen registros y es la consecuencia del parón casi absoluto de la economía entre abril y junio como consecuencia de la paralización casi total de la economía y de los nuevos rebrotes. Nuestro modelo económico está en jaque, pero no es momento de que subestimemos nuestra capacidad de resiliencia y de reinvención. Eso sí, tenemos que hacernos preguntas y buscar respuestas.
La primera: ¿Cómo vamos a manejar una economía sin crecimientos?
La respuesta, según el World Economic Forum, está en la naturaleza.
En el estudio del WEF, “El futuro de la naturaleza y los negocios”, el segundo de tres informes en la serie New Nature Economy habla del cambio hacia una economía positiva para la naturaleza. Y no se trata de combatir “solo” el cambio climático. Eso es esencial, pero el reto va más allá. Se trata de realizar una transformación fundamental en tres sistemas socioeconómicos: el uso de alimentos, tierra y océano; infraestructuras y construcción; y energía y extracción. El informe establece 15 transiciones a realizar en un plan de acción que podrían generar hasta 10.100 millones de dólares en valor comercial anual y crear 395 millones de empleos para 2030.
La apuesta por la agricultura basada en unos cambios de hábitos alimentarios más saludables podría llegar a generar 4,3 millones de empleo y 195.000 millones de $ en 2030. La adopción de un comercio minorista sostenible nos ahorraría más de 130.000 millones de $ y evitaría más de 148 millones de toneladas de residuos. A su vez, la implantación de nuevas tecnologías con soluciones positivas para la naturaleza en la creación de infraestructuras – actualmente el 40% del PIB mundial- generaría más de 117 millones de nuevos empleos y 3.000 millones de $ de negocio adicional o ahorro de costes. Y cómo no, la introducción de un modelo energético más eficiente, con energías alternativas, una mejoría en la extracción de recursos, y cambios en la movilidad, generaría 87 millones de puestos de trabajo y 3.500 millones de $ en oportunidades de negocio de aquí a 2030.
Todo ello con una recomendación a los gobiernos que combinen 6 medidas de políticas de forma transversales: mejorar la cuantificación del rendimiento económico más allá del PIB- nuevos KPIs-, incentivos para la innovación, una mejor planificación y gestión espacial de los activos marinos y terrestres, la eliminación de subvenciones que ponen en peligro la estabilidad laboral a largo plazo, la inversión en nuevas capacidades y un mayor apoyo financiero destinado a soluciones naturales.
Pero la segunda pregunta: ¿cómo lo hacemos?
La prestigiosa economista Mariana Mazzucato en una línea similar habla de construir un futuro innovador y sostenible que funcione para todos donde los gobiernos tienen que crear valor, invirtiendo e innovando, y afrontando que la “triple crisis actual” (sanitaria, económica y climática), y no volver al “business as usual”.
Para ello es absolutamente importante el apoyo a las empresas a corto plazo para preservar la capacidad productiva de la economía y laboral. Pero sin crear zombis. Y aquí podríamos reflexionar sobre lo que está pasando hoy en muchos sectores: bancarios, retail, automovilístico, etc.
A su vez, todo país debe tener una estrategia a largo plazo que garantice modelos de negocio de los distintos sectores que conduzcan a un crecimiento más inclusivo y sostenible. No hay valor sin “ bien común” (compromiso social) y sin más naturaleza. Y ello pasa por relaciones público-privadas que impulsen la innovación sostenible y la emprendeduría. Recomiendo la lectura de su libro “ El estado emprendedor “ ( Mariana Mazzucato 2015 ).
Y aquí va la tercera pregunta: ¿quién lidera este cambio?
Siguiendo la tesis de Mazzucato, la sostenibilidad e innovación son vitales y no son exclusivas de la iniciativa privada (no entraré en una discusión más profunda entre el modelo Keynesiano o el modelo Liberal), y por ello el futuro precisa de alianzas. Precisamos líderes (tanto del sector público como el privado) creíbles y competentes (con método), con capacidades de asumir riesgos y alianzas. Líderes como mínimo con tres valores: empatía, humildad y vulnerabilidad. Líderes que den voz y pongan en valor el equipo, la comunidad. Serán líderes éticos (término utilizado por Max H. Bazerman ), que respondan a guiarse por el objetivo de crear el mayor valor para la sociedad que podamos lograr de manera realista.
Estos líderes pueden hacer mucho más que su propio comportamiento sea más ético. Pueden multiplicar exponencialmente la cantidad de bien que hacen alentando a otros a ser mejores por su capacidad de influencia. Sören Kierkegaard, filósofo danés padre del existencialismo, afirmaba que la vida solo puede ser comprendida mirando hacia atrás, pero ha de ser vivida mirando hacia delante. Decidir el mundo que queremos es clave y con ello todos (líderes, ciudadanos, consumidores, empresarios, empleados…) somos responsables de sumar nuestras capacidades y aportaciones a restructurar y mejorar nuestro modelo económico y social.







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