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Fusiones, confusiones o transformación real del sector


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Esta semana, después de la venta por parte de BBVA de su negocio americano, se han anunciado las negociaciones entre BBVA y Banco Sabadell para formalizar una fusión, o mejor dicho, una absorción. Después de la aprobada fusión de CaixaBank con Bankia, era una noticia que se esperaba pues la situación de Banco Sabadell era demasiado incierta para que se alargase mucho más en el tiempo. Está, además, sobrevolando otra fusión entre Unicaja y Liberbank, y quién sabe, de algunas más que se pueden producir en los próximos meses. Pero, ¿qué aportan estas fusiones? ¿Crean valor?


Detrás de estas fusiones hay un principal objetivo de sinergias y reducción de costes, ante la crisis y un entorno de márgenes decrecientes del sector. Por lo tanto, hay un principal objetivo de rentabilidad a costa de reducción de costes que les da aire para seguir en beneficios y ganar eficiencia. Podríamos pensar que a la vez hay una voluntad de ampliación de negocio por expansión de mercado, pero en los casos que se nos presenta esta aportación es mínima. Estas fusiones van a tener un primer periodo de unificación, que no ha de ser demasiado largo para no bajarla guardia frente a nuevos players. Tienen que seguir mirando hacia el futuro o será un viaje de corto recorrido.


Para que un objetivo sea sostenible en el tiempo tiene que aportar valor a medio plazo a accionistas, clientes y la sociedad. Crecer por crecer sin propósito de valor tridimensional, acaba siendo contraproducente y resta. Vamos por pasos: a corto plazo, una fusión merma capital y eso penaliza el mercado, pero con la relajación del Banco Central Europeo con las exigencias de capital este efecto se suaviza el impacto en el mercado. Además, las expectativas de mejoras rentabilidades futuras anima la recuperación de las cotizaciones de estos bancos, que en algunos casos han sido muy y muy castigadas.


En la dimensión cliente, en un primer momento no le aportará valor pues la agilidad de la nueva entidad no aumentará, hay un periodo de unificación complejo que no se puede estimar menor a 6 meses. Además, mermará la competencia del mercado aunque en un mercado tan competitivo como el español será algo transitorio y no me preocupa la oligopolización que afecte negativamente a los consumidores pues será vigilada.


A nivel social, el impacto a corto es una reducción de puestos de trabajo, aumento de las cargas sociales por acuerdos, y una tranquilidad política por la solvencia y estabilidad de sus entidades. En conclusión, si no hay más propósito en las fusiones, es un parche a corto plazo de mejora de rentabilidad a costa de recortes y sinergias, que da estabilidad política-ecónomica no sólo a nivel Español sino Europeo, pues habrá fusiones transfrontereras.


La vía de éxito para los bancos resultantes

Pero vamos a elevar el análisis. La fusión CaixaBank y Bankia generará el banco con más clientes digitales, más de 11M,y el reto para el 2020 es llegar a 100M de clientes digitales frente a los 80M del 2019 (informe Capgemini). Todo ello con una inversión conjunta del sector de más de 313 millones de euros.


¿Por qué digo esto? Todos reconocemos que la digitalización es una cuestión de supervivencia ahora mismo para el sector y a la vez no cabe la menor duda que tras una fusión hay una situación de preocupación de todas las entidades que han de recuperar rentabilidad, mejorar eficiencia y reducir costes. Pero todo ello va unido a una transformación del sector en valor que requiere inversión y estrategias colaborativas con nuevos players, Fintech y nuevos operadores.


El futuro y la innovación del sector pasa por el reto de rentabilizar los datos de los clientes que posee el sector bancario, clientes que no tienen los nuevos players que sí aportan eficiencia y agilidad, y ofrecerles una muy mejorada experiencia cliente (CX). La clave es que el objetivo de estas fusiones sea la transformación del sector de forma colaborativa y empoderando al cliente, el valor crítico que tienen las entidades.


Construir en esta línea con organizaciones más exponenciales, generará valor a largo plazo para el accionista, valor de servicios a los clientes desde la agilidad y la eficiencia, y valor a la sociedad por ser un sector más transparente, inclusivo y confiable. No podemos obviar que la transición será crítica con destrucción de puestos de trabajo para una transformación a nuevos puestos (tanto en este como en otros sectores) de más valor y mayor creatividad.


Humanizar las finanzas no quiere decir mantener puestos de trabajo, quiere decir hacerlas más inclusivas y globales. Los primeros que consigan este objetivo serán los futuros líderes del sector y los que justificarán el valor de las fusiones a largo plazo. El resto o encontrará su nicho de mercado específico o desaparecerán.


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